Reuniones con padres

Ir preparado es ir con respeto.

Cuando nos corresponde tener encuentros con padres o representantes de nuestros alumnos, nos encontramos ante mucha presión y ansiedad. Queremos que estas reuniones sean cordiales, productivas y enriquecedoras para ambas partes. Nos vemos en la necesidad de recopilar la mayor cantidad de información sobre el alumno motivo de la reunión y no sabemos qué haremos con ella: por dónde empezar, qué omitir, en qué profundizar. Además, sabemos que los adultos asistentes tendrán preguntas y comentarios que podrían ser incómodos o sorpresivos. Por eso, la preparación es clave para demostrar respeto ante un tema tan delicado como es la educación de un niño o adolescente.

A continuación, te dejo ocho aspectos a tomar en cuenta para tener reuniones respetuosas con los padres o representantes de tus alumnos:

    ¿Quién solicitó la reunión? ¿Qué motivó a hacerlo? Cuando tenemos esto claro, podemos anticipar qué temas podrían tocarse y cuánto tiempo podrían requerir para esta conversación. Ten en cuenta que si los padres son quienes solicitaron la reunión por alguna situación en particular, está muy mal visto que “aproveches” la oportunidad para tratar algún tema delicado que haya surgido anteriormente, pues esto solo indicará que no te pusiste en contacto a tiempo y de forma proactiva para solucionarlo. Trata los puntos que estén vinculados con los motivos de esta reunión y si de alguna manera, surgiera algún tema imprevisto, trátalo como esto… Será un extra, más no lo principal.

    ¿Quién es tu alumno? Antes de acudir a la reunión, recopila la información del alumno. Conversa con otros profesores que interactúen con él y que puedan darte información complementaria o que pudiera darte una imagen más general de quién es y cómo es su desempeño en todos los ámbitos. Sus padres valorarán que consideres que su hijo muestra mucho más de lo que hace en un solo contexto.

    Primero el alumno ES. Los alumnos pasan más tiempo en la escuela que en casa. Para los profesores es muy fácil, poder observarlos y conocerlos desde cerca, si ese es realmente nuestro interés. Independientemente de lo que sepan hacer o de lo que aprendan más rápido o no, tienen características que los definen: sus gustos, emociones, sus miedos, su entorno familiar, sus amistades… Aproximarte a su mundo es la base para llegar a ellos, a sus logros escolares y es la manera perfecta para vincularte con sus padres y lograr trabajar en equipo de una manera más sensible y real. Por eso, te recomiendo mencionar aspectos que conozcas de tu alumno durante la reunión, por ejemplo: “Ya sé que estuvo de vacaciones en la playa… Sé que le hacía ilusión volver después de tanto tiempo sin viajar con sus abuelos paternos”.

    Virtudes y oportunidades de mejora. Antes de asistir a la reunión, haz una lista de los “fuertes” de tu alumno y las oportunidades que tiene para mejorar. Comienza mencionando los logros académicos, conductuales y/o sociales, recordando que el proceso es igual o más importante que los resultados. Posteriormente, y después de haber priorizado esta lista, menciona de forma objetiva cuáles están siendo las dificultades del alumno ante los retos escolares. Describe y utiliza evidencias que permitan a sus padres entender en qué situación se encuentra el alumno actualmente.

    ¿Qué hemos estado haciendo? Inmediatamente, después de mencionar lo anterior, enumerarás los esfuerzos llevados a cabo por todo el equipo de profesores para apoyar al alumno a superar los obstáculos que se le han presentado. Si es el caso, esta es la oportunidad de reconocer lo hecho desde casa como parte fundamental de este proceso. Por ejemplo: “Decidimos hace unas semanas cambiarlo de sitio a un lugar donde no se distraiga y pegamos en su mesa un apoyo sobre las tablas de multiplicar del 5 y 6. Sabemos que ustedes en casa han estado ayudándolo a memorizarlas también.”

    Soluciones, no problemas. Es crucial que asistamos a reuniones sabiendo que el objetivo principal es conseguir soluciones por medio de acuerdos con los padres. Por esta causa, anticipa en la reunión que por esa razón están allí y que traes propuestas que te gustaría consultar para definir los medios y los esfuerzos de cada una de las partes. Lleva escritas tus ideas y sugerencias y explica de qué se trata cada una. Por ejemplo: imprimir un calendario semanal para usar en casa y agregar las tareas diarias de manera que el alumno pueda visualizar e ir tachando lo que haya finalizado.

    No es personal. Es natural que, como seres humanos, podamos sentirnos aludidos o incluso cuestionados ante ciertos comentarios que los padres y representantes hacen sobre nuestro trabajo. Sin embargo, es fundamental recordar que estas reuniones no giran en torno a nosotros, sino al bienestar y desarrollo del estudiante. Por eso, es importante mantener una actitud abierta y profesional, evitando tomar de forma personal las observaciones que se nos presenten. Una buena práctica es parafrasear sus comentarios con un lenguaje que refleje colaboración y corresponsabilidad, destacando que el crecimiento del alumno es un esfuerzo conjunto entre familia, escuela y docentes, y no una responsabilidad exclusiva del maestro en el aula.

    Acuerdos escritos. Al finalizar una reunión con padres y representantes, es altamente recomendable establecer acuerdos concretos por escrito. Esta práctica no solo permite dejar constancia de lo conversado, sino que también garantiza que todas las partes involucradas compartan la misma comprensión de lo pactado. Leer en voz alta estos acuerdos antes de cerrar el encuentro ayuda a reforzar los compromisos asumidos y ofrece un espacio para aclarar posibles malentendidos. Posteriormente, enviar un resumen por correo electrónico brinda formalidad al proceso y permite que tanto la familia como el docente tengan acceso a un registro claro y verificable del seguimiento acordado.

    “Cuando nos reunimos desde el respeto y la empatía, creamos espacios donde todos florecen. Hoy es el momento perfecto para sembrar esas conversaciones que transforman.”