¿Tu aula te representa?

La importancia de la organización física en el entorno de aprendizaje.

En mi recorrido como docente, he observado que la gestión del aula no comienza cuando suena el timbre, sino mucho antes: en el escritorio del maestro, en sus carpetas, en su manera de planificar. Y también en lo que no se ve: el orden mental, la previsión, la actitud frente a lo inesperado.

Durante años he observado cómo colegas en el mundo de la educación apilan los pendientes en montañas interminables y difíciles de justificar. He pensado continuamente que en el aula reflejamos el desorden que tenemos en nuestra casa, incluso en nuestras mentes. Sé que es complicado desvincular malos hábitos solo porque recibamos remuneración para despojarnos de ello. Sin embargo, consideremos que el desorden no se esconde. Los niños leen todo: tu tono de voz, tus silencios, tus posturas… y también tu caos. Si el aula está llena de papeles sin sentido, materiales que no se usan, recursos que no se encuentran, ellos lo sienten. Y lo replican. Ves entonces que los alumnos se parecen a sus maestros.

 

Sus taquillas o casilleros están desordenados, inútilmente atiborrados de exámenes reprobados, tareas caducadas, incluso de juguetes que están prohibidos en el colegio… También lo ves reflejado en sus apuntes, o en la carencia de ellos, porque no saben por dónde empezar. Tienen tantos distractores que parecen inofensivos, que solo pueden sentirse confundidos.

Los docentes, siendo también monitores (como los que usan los cantantes para recibir señales visuales o acústicas), debemos siempre reflejar nuestras expectativas estructurales y procedimentales. Los alumnos deben saber cuál es el camino para lograr los objetivos en el año. De qué forma lo lograrán y cuáles son los recursos principales a utilizar. Es fundamental suprimir las decoraciones innecesarias y ajustar los espacios para el fácil acceso a las actividades (impresas o no).

¿Cómo hacerlo?

    • Habilitar rincones en el aula donde el alumno pueda acceder a hojas de trabajo, lápices, colores, pega, libros de consulta… y recordarles continuamente que deben devolver las cosas a su sitio. Parece rígido o inflexible de nuestra parte insistir en esto, pero a corto plazo todos los involucrados lo agradecerán.
    • Poner a la vista bandejas identificadas donde los alumnos puedan depositar sus actividades impresas. Es una manera eficiente de tener clasificados de antemano los pendientes de los profesores.
    • Disponer de una caja o contenedor para que el alumno deposite hojas que ya utilizó y desea desechar. Esto los invita a reciclar sin saber si quiera que lo están haciendo y conlleva a que todos puedan acceder a estas hojas para reutilizarlas (escribir en espacios en blanco, hacer origamis, completar actividades plásticas).
    • Establecer días de limpieza junto a los alumnos para que todos puedan reorganizar y tirar lo que les sobra. Algunos alumnos necesitan ayuda para entender cómo ordenar y de qué deshacerse. Si piensas que esto requiere de mucho tiempo extra, delega responsabilidades de apoyo en otros alumnos que se hayan destacado por ser ordenados durante todo el período. Los convertirás en referentes para sus compañeros.
    • Aprovecha la ayuda que te brindan tus delegados para usar el tiempo en limpiar tus estantes y escritorio. Siempre enseñas con el ejemplo.
    • Nunca está demás utilizar reforzamiento positivo por medio de elogios o halagos para celebrar aquellos alumnos que cumplen con lo esperado al mantener el orden en su espacio y el de los demás. Sé que es muy fácil caer en hacer llamados de atención a quienes están haciendo lo incorrecto. Sin embargo, enfocarnos en lo bueno, cambiará el foco de los que aún no entienden cómo es que se logra este nuevo plan que has decidido incorporar.
    • Destina unos minutos entre los cambios de clases o de actividades para que los alumnos se concentren en recoger, entregar y reubicar todo lo que utilizaron.

Y el más valioso de los consejos que puedo darte es que recuerdes que tu trabajo (pagado) es en el colegio (no en casa) y allí debes priorizar cuáles son las responsabilidades que debes asumir exclusivamente tú en cuanto al espacio y su distribución y cuáles también recaen sobre tus alumnos. Apóyate en ellos y verás que siendo un equipo se fortalecerán a su vez otros valores como: la empatía, la disciplina, la voluntad y el respeto.